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Los hermanos sean unidos |
Vísperas de un cruce andino
Cada vez que le digo “SI”
a un viaje desato una metamorfosis interna que involucra cuerpo y alma. Me
vuelvo más ansioso, empiezo a mirar calendarios y a analizar mapas. Surge ese
sentimiento de felicidad que nace desde la boca del estómago y sube por la
columna sentenciando la fortuna de un peregrinaje que se avecina. Es el momento
de partir, de cargar la mochila con nuevas posibilidades.
La Patagonia siempre fue
un lugar especial en mi vida. A los cinco años tengo el recuerdo de mis
primeros pasos en estas tierras. Mi memoria inmortalizó la imagen de mi papá
parando el auto en medio de la ruta y tirando una moneda al aire para decidir
si íbamos a vacacionar en Mendoza o Bariloche. Lo curioso de esa anécdota es
que después de haberle rendido culto al azar en tierras vitivinícolas,
insistimos en bajar por la Ruta 40 para conocer la poética geometría del pueblo
barilochense, que se transformó en mi primer amor en materia de viajes.
Recorrimos más de 5 mil kilómetros en un Renault 21 que fue cómplice de este
despertar como viajero. Luego del bautismo en la nieve, vinieron muchos más
inviernos disfrutando de las postales desoladoramente impactantes que tienen
nuestras tierras del sur. Años más tarde las visitas a Bariloche dejaron de ser
esporádicas porque decidí mudar mi casa a la montaña. Vivir en este rincón del
planeta no sólo me permite disfrutar de la energía de la madre tierra, sino que además
me transforma en habitante de una de las regiones más hermosas del planeta con un
patrimonio natural y cultural que pide a gritos ser explorado. Y por algo hay que empezar.
El objetivo de este
primer periplo será recorrer parte de la región. ¿Cuál es el no-plan? Bajar por la Carretera
Austral en Chile hasta los campos de hielo y fiordos del sur del continente
para luego volver a Argentina y conocer el Chaltén
y su imponente cerro Fitz Roy, bajar
hasta el Calafate y cruzar
nuevamente a Chile para experimentar la famosa “W” en Torres del Paine, considerada por muchos viajeros como el mejor
trekking de América. ¿La tripulación? Un venezolano, un brasilero y un
argentino. ¿Cómo lo vamos a hacer? Con amor, dos carpas y tres mochilas
cargadas de sueños. ¿El objetivo? Construir futuros recuerdos y honrar la
sabiduría que regala la montaña.
Nos esperan acantilados,
glaciares, lagos, bosques milenarios, cascadas y fuertes vientos. De ambos
lados de los andes vamos a atravesar enclaves que desbordan en esplendores
precordilleranos minados de historias y revelaciones. En vísperas de un viaje
por los andes no encuentro mejores palabras que las utilizadas por el escritor Charles Dudley Warner que un día sentenció:
“No hay momento de mayor dicha en cualquier peregrinaje que el comienzo del
mismo”. Con 29 años recién estrenados, me
siento muy afortunado por dar comienzo a una nueva etapa en la ruta que se nutrirá
de este zigzagueo entre países hermanos. Los vecinos sean unidos. Un nuevo capítulo comienza y ya siento ese
cosquilleo que me agarra siempre que estoy por ponerme la mochila al hombro
abriendo el telón de un nuevo caminar por el mundo.
Tags: Reflexiones
Acerca de mí
Lucas Bozzano
Licenciado en hotelería y militante del peregrinaje. Mi gran motor es viajar y recorrer los caminos permeable a la hospitalidad de los pueblos. Llevo recorrido más de 20 países y 200 ciudades trabajando en distintos sectores dentro del rubro del turismo y colaborando con medios impresos y digitales.
Muy buen viaje loooco!!!!! abrazo che!
ResponderEliminarGracias Pablo! Un fuerte abrazo viajero!
EliminarMuy bueno el Blog!
ResponderEliminarGracias Agustín! Ojalá sirva de inspiración para tus viajes! Saludos!
EliminarHola! Leo este post 2 años después de que lo escribieran y siento que el sentimiento que contas de salir de viaje se trasmite con la misma energía. Gracias por los datos!
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