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Algo raro está pasando. Buenos Aires cambió. De repente tengo sueños lúcidos muy intensos. Despierto y continúo en un caminar onírico. Qué es lo que pasó? Acaso cambié yo? Y esa necesidad constante de querer estar en movimiento? Se fue a viajar sin mí? El día a día me dispara frases, sin opción alguna de evitar interpelaciones que trasciendan el alma. Leo libros y no paro de encontrar respuestas. Entiendo, como algún escritor francés sentenció, que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en adquirir nuevos ojos. Cómo y cuándo cambiaron estos ojos?... 

Quiero contarte algo muy lindo. Conocí a alguien y me conocí aun más. El amor tocó mi puerta, y sin oponer resistencia salí a su encuentro. Y me salvó. Me salvó de esa necesidad constante de querer ser libre. Libertad? Estos nuevos ojos no me permiten ser algo más que un hombre libre. Encontrar lo que no buscás, es reafirmar que sólo la filosofía del fluir nos acerca a relaciones más auténticas, llenas de esa tan poética casualidad. Y en un intento de evitar caer en clichés, encontré en el amor muchas respuestas y nuevas preguntas.
  
La vida es una lotería, en la que caminamos de la mano del azar y el destino. En este caminar, conocemos personas que nos comparten su forma de ver el mundo. Viajando ampliamos aun más el espectro de interacciones, como consecuencia de la heterogeneidad cultural del camino. La diversidad nos abre la cabeza; y al que abre la cabeza, le crece el corazón.  Pero cuando aparece alguien que hace posible el fundirse con el todo, cada uno de tus esquemas se desmorona. El amor nos deja en evidencia.

Encontrarte en este laberinto de maneras de vivir, después de haber caminado kilómetros y kilómetros, es realmente una bendición…

De repente tengo calambres literarios. Ya no escupo tantas palabras como antes. Será que los momentos de mayor inspiración están ligados a la melancolía? Será que el amor, al ser un milagro tan inexplicable me deja sin palabras?

Ya no quiero viajar más? Claro que quiero seguir caminando. No te olvides Blog, aquello del MUNDO TODO. Mi equipaje siempre es el mismo: mochila grande de 68 litros en la espalda, mochila chica adelante y carpa en mano izquierda. Mi mano derecha, hasta hoy libre,  se encontró con un abrazo de 5 dedos para seguir haciendo camino al andar.

Creo que esto de estar mudo, me obliga a usar pocas palabras a la hora de expresar lo que siento. También creo que las palabras no siempre salen de nuestro interior. Muchas veces ellas nos encuentran. Pueden estar en un libro, en paredes o calles de algún barrio porteño. Solo 3 palabras, solo vos, solo yo y todo lo que llegue será bienvenido…


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